CYNTHIA ZÚÑIGA BLOG
20.04.2023
La Tierra, ¿Nuestro hogar?
La Tierra, ¿Nuestro hogar?
Cynthia Zúñiga
Me cubre, no puedo respirar. Está por todas partes, pero, al mismo tiempo soy parte de ella. A lo lejos escucho un sonido de roedor, no distingo bien. Todo está oscuro, siento sabor a tierra en la boca, entre los dientes, que son solo cavidades y se han secado ya. Escupo tierra. No siento asco, lo he olvidado. Soy parte del barro, del todo, aunque creo que no siempre fue así.
Vivíamos en una cabaña hecha de madera en un lugar hermoso. Mis padres y yo la construimos con nuestras propias manos. El clima era frío, y se colaba la brisa por los espacios que quedaban entre tabla y tabla. La piel se nos quemaba del frío, las mejillas coloradas, la piel tostada; pero mis 5 hermanos y yo éramos felices. Mi padre salía a trabajar desde muy temprano y mamá se quedaba haciendo el desayuno y cuidándonos. Íbamos a una escuela que quedaba cerca de la casa. Caminábamos hacia arriba por un caminito de piedras. Siempre competíamos por ver quién llegaba de primero. Yo no era la más rápida, mi hermano Antonio casi siempre ganaba, entre él y Vania se discutían el primer lugar. Luego llegaba Julieta, Carlos, Brenda y, por último, yo. Desventajas de ser la menor, mis pasos eran muy cortos y me quedaba sin aliento fácilmente.
Jugábamos en el gran jardín que teníamos. Todo era verde, había muchos árboles y flores de todos colores. A mi madre le encantaban, siempre las cuidaba. Mi padre era algo reservado, callado, regresaba de trabajar muy cansado, comía en silencio y luego se iba a dormir. Rara vez platicábamos con él. Pero entre nosotros la pasábamos muy bien, no faltaba alguna pelea ocasional, lo normal entre hermanos, pero nos reíamos mucho. Si, la risa. Nos tirábamos sobre el césped como si fueran nubes esponjosas. Nos hacíamos bromas, pero en general, nos llevábamos bien. A mi me cuidaban, me sobreprotegían por ser la menor. Siempre quería demostrarles que yo podía hacer las cosas tan bien o mejor que ellos. Al final de nada sirve pelear.
Las risas se pierden, no las recuerdo muy bien. Raíces secas que se desprenden de mí y caen. Siento mucho calor, la tierra pesada me hunde, a penas puedo moverme, me mezclo con el lodo y me paralizo. Cada vez más calor y me convierto en fragmentos minúsculos de células en descomposición. Ya no soy, solo tierra, bichos y gusanos, pierdo consistencia, el calor aumenta, no pienso…se han comido todo.
Escucho a mis hermanos. Quiero gritar y no puedo, sale de mi un grito mudo. No me puedo mover. Quisiera que me sacaran, pero me estoy volviendo polvo. Los escucho pasar sobre el puente. Quisiera gritarles pero tengo la boca tan llena.
La cabaña era nuestro hogar y había mucha naturaleza alrededor. Al final del terreno había un riachuelo. Teníamos un puentecito. Nos íbamos a jugar, nos perdíamos y madre se preocupaba mucho. Nos decía que nunca solos, siempre acompañados. Yo quería averiguar qué había después del riachuelo. La duda me devoraba, así que corrí y atravesé el puente hasta el fondo, donde ya no se veía más la cabaña. Bajé por el terreno hasta que no había más verde, naturaleza seca, café y luego, oscuridad. No pude regresar.
Ahora mis pies se hunden y ya no escucho nada. Pienso en madre preocupándose, mis hermanos buscándome, o tal vez estarán tranquilos cenando esperando que yo llegue sin ningún problema. No veo nada. Olía a tierra mojada, pero ya no. La tierra está seca. No me puedo mover. No estoy debajo del puente, pasé por allí hace tiempo, estoy en algún punto en medio del suelo. Algo se mueve cerca de mi, no sé si asustarme o alegrarme. He perdido forma.
Soy solo recuerdos de aquel lugar que llamaba hogar. Había madera, aire puro, mucha agua, sol, árboles, flores, aves y risas, muchas risas. Mi hogar, la Tierra. Nuestro hogar, mis hermanos y mis padres. ¿Y si ellos también están enterrados? ¿Estarán debajo del puente? No lo creo. Mi boca desapareció. Siento que la última célula en mi se separa por completo. Me integro a la tierra. Percibo esferas que flotan y se separan, se alejan. Me dejan. Se van. Quedo quieta, en completo silencio. Han dejado de buscarme. Me termino de fundir, me fragmento. Creo que regreso a donde pertenezco. Olvido el color, me quedo sin aire. Se comen el resto de mi, hasta que no queda nada. El hogar ha sido destruido.
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